Todas las gentes del pueblo se tapaban los oídos con las manos, se los aprisionaban cada vez más, no podían soportar ese ruido leve, pero lacerante, que venía de todos los puntos cardinales. En las calles se ha parado el tránsito, todos salieron de sus vehículos y ahora giran alrededor de círculos imaginarios. No podían aguantar ese sonido que les recorría las venas en ciclos sucesivos.
Los limpiabotas del parque dejaron de lustrar; las amas de casa, los locutores, los sastres, los porteros, los médicos, los periodistas; todos, todos, dejaron de trabajar. Todos al mismo tiempo enlazan la misma pregunta en sus pensamientos. ¿De dónde viene ese ruido? Y no se podían responder. Todos se pusieron a soñar, se veían corriendo lejos de ese sitio: las mujeres, los niños, los hombres. Todos corrían sin parar; pero mientras más corrían, más fuerte el ruido sonaba. Entonces se devolvían, se entrecruzaban, querían volar, habitar los cielos, hoyar la tierra, beberse el mar...
Y siguieron soñando. Vieron una montaña alta, tan alta que parecía no tener fin, y la empezaron a subir. Ya en la cima todos se miraron, tenían la misma estatura, el mismo color, la misma alegría en sus ojos, la misma sonrisa en sus labios.. Después despertaron. Vieron las cosas sumidas en la cotidianidad. Y entonces... El ruido se dejó de escuchar
Los limpiabotas del parque dejaron de lustrar; las amas de casa, los locutores, los sastres, los porteros, los médicos, los periodistas; todos, todos, dejaron de trabajar. Todos al mismo tiempo enlazan la misma pregunta en sus pensamientos. ¿De dónde viene ese ruido? Y no se podían responder. Todos se pusieron a soñar, se veían corriendo lejos de ese sitio: las mujeres, los niños, los hombres. Todos corrían sin parar; pero mientras más corrían, más fuerte el ruido sonaba. Entonces se devolvían, se entrecruzaban, querían volar, habitar los cielos, hoyar la tierra, beberse el mar...
Y siguieron soñando. Vieron una montaña alta, tan alta que parecía no tener fin, y la empezaron a subir. Ya en la cima todos se miraron, tenían la misma estatura, el mismo color, la misma alegría en sus ojos, la misma sonrisa en sus labios.. Después despertaron. Vieron las cosas sumidas en la cotidianidad. Y entonces... El ruido se dejó de escuchar
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