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El tour de las hormigas


Una columna de hormigas sube por la mata de tamarindo, el recorrido lo iniciaron desde la raíz, guiadas por el hormigón. Llegaron a la parte media de la planta y el hormigón ordenó un stop. Todas se pararon como si fuera un ejército de militares.
Rompen filas y se reúnen en una zona cóncava del árbol, entre dos ramas que se bifurcan.
Desde allí observan el entorno, las hojas, las ramas y los frutos ya maduros.
La brisa entra y sale, la mata se mueve. Los frutos al chocar unos con otros producen un sonido seco, pero en melodía, que podían ser percibidos como aquel sonido de castañuelas.
El hormigón, cual experto botánico, explica las utilidades del tamarindo. Ellas escuchan atentas.
Todo va muy bien hasta el momento. Ese viaje fue programado con antelación y las hormigas llegaron a acuerdos satisfactorios sobre el tours.
El hormigón, lo está haciendo muy bien. Su cuerpo de asesores, los que llevan la agenda, los que asisten, le indican cual es el siguiente paso.
Todo lo planificaron bien. Y todo iba muy bien. Bajaron del árbol sin contratiempos y siguieron en fila india hasta su guarida.
En el camino encontraron un obstáculo, el hormigón, por la posición que ocupa fue el primero en darse cuenta. Dio media vuelta y se dirigió a las demás hormigas. Les dijo que tenían que virarse a la izquierda porque el camino estaba bloqueado.
Todo iba muy bien hasta que se dieron cuenta que lo que bloqueaba el camino era un terrón de azúcar.

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