
De lo que no caben dudas es que no tengo mi pierna y que siento que la tengo. Ayer me fui a parar de la

No me acostumbro, tomo las muletas y salgo, pero olvido que mi pierna la perdí, que tuvieron que amputármela, que no hubo otra salida o un trombo acabaría con mi cerebro y por supuesto, con mi vida.
Yo le dije que sí, mejor era estar vivo. Pero lloré, se me salieron unas lágrimas heladas, de esas que salen muy pocas veces, sólo en caso como esos.
No me acostumbro, las terapias siguen. Yo siento la pierna, la que me quitaron, a veces intento mover los dedos, y sinceramente que los muevo, pero en mi pensamiento tengo la misma sensación como si fuera mi pierna sana.
Volví al psicólogo y me cambio las terapias. Ahora estoy mejor, pero cuando me acuesto, siento que subo a la cama con mis dos piernas buenas.
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