Yo le dije a Abrahán que no lo intentara, que el mar no se iba a separar y él siguió insistiendo. Me decía: “eso lo dice la Biblia. El mar se partió en dos y la gente pudo pasar. ¿Quién te dijo a ti que no pasaría de nuevo?”
Yo le dije que no leyera mucho ese libro que había que estar bien alimentado para aprenderse todas esas letritas. Y que el que lee la Biblia completa se vuelve loco. Él me refutaba siempre y me decía, “Es la vanidad la que vuelve loca a la gente. Si tú no te desesperas, verás cómo se abrirá el mar y tú y yo podremos pasar”.
Mi incredulidad subió y las sospechas de que mi amigo no andaba bien de la cabeza tomaron fuerza en mi interior. Me dijo: “Abracadabra pata de cabra”. Levantó sus brazos y miró hacia el horizonte. Nada pasaba, el mar se quedó igual. Volvió y lo intentó, levantó sus brazos, respiró hondo y dijo: “Abracadabra”, y el mar se quedó quieto.
El ritual lo hizo siete veces, percibí que algo estaba pasando en el fondo del mar. Agarré a Abrahán por un brazo y para no mojarnos los dos salimos corriendo de la tarde.
Yo le dije que no leyera mucho ese libro que había que estar bien alimentado para aprenderse todas esas letritas. Y que el que lee la Biblia completa se vuelve loco. Él me refutaba siempre y me decía, “Es la vanidad la que vuelve loca a la gente. Si tú no te desesperas, verás cómo se abrirá el mar y tú y yo podremos pasar”.
Mi incredulidad subió y las sospechas de que mi amigo no andaba bien de la cabeza tomaron fuerza en mi interior. Me dijo: “Abracadabra pata de cabra”. Levantó sus brazos y miró hacia el horizonte. Nada pasaba, el mar se quedó igual. Volvió y lo intentó, levantó sus brazos, respiró hondo y dijo: “Abracadabra”, y el mar se quedó quieto.
El ritual lo hizo siete veces, percibí que algo estaba pasando en el fondo del mar. Agarré a Abrahán por un brazo y para no mojarnos los dos salimos corriendo de la tarde.
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